Despierto y me acuerdo de que estoy en un hotel. Que mi casa está como una trinchera y que no hay tiempo para arreglarla. He dormido en la habitación 75, la última. Por encima sólo duermen las estrellas.
No me gusta este hotel. La llave de mi habitación tiene un llavero del tamaño de un violonchelo. Y el cuarto de baño debió estar de moda hace treinta años.
No quiero volver aquí. Sin embargo, mereció la pena. Nunca olvidaré la habitación 75.
Roque.
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