No es la primera vez que expreso mi admiración por el género documental. No dejo que se me escape ninguno de los top 10 anuales, bien por crítica, bien por taquilla, o bien por aclamación popular, que es la que vale. Tocaba ahora Home, ese documental francés sobre nuestro planeta, enteramente rodado con planos aéreos y que se puede ver en DVD, con una duración de 120 minutos, o en YouTube en versión reducida a 90 minutos, aunque ignoro cuanto tiempo estará disponible.
Se despliegan ante uno las más impresionantes imágenes aéreas tomadas de nuestro planeta, acompañadas de la voz de un correctísimo y cercano Juan Echanove y la música, exquisita, por cierto, de Armand Amar. En la versión inglesa la voz la pone Glenn Close y eso tengo que oírlo, que soy fan.
Producción impecable, vamos, uno de esos documentales que hay que ver.
Pero, ¡ay! Tiene pega.
La clave apocalíptica me pudo. Perdí la fe en lo que veía a cada paso que daba la película. Me gusta asumir las situaciones, y la de nuestro planeta es grave, pero soy optimista por naturaleza y necesito ir sumando soluciones para poder avanzar entre la maraña de problemas. Y aquí, esas soluciones se las ventilan en los cinco minutos finales. Y nada sorprendente. No creo que el puñado de ideas molonas con las que acaba el documental puedan apañar el desastre que se tomó, el bueno de Juan Echanove, 115 minutos en narrar.
Si lo que se pretende es estimular al público, creo que genera el efecto contrario. Por supuesto que hay que poner las cartas sobre la mesa, afrontar cara a cara la situación de nuestro planeta. Pero en Home la balanza está descompensada: gana el pesimismo. Acabé con la sensación de haber perdido la partida, de que ya no hay nada que hacer. Y si no hay nada que hacer, entonces, ¿para qué hacer algo?
Me quedo con el tono optimista de Tierra. Un desfile de razones por las que nos debe de seguir importando nuestro planeta.
Pero ojo, hay que verlo. Merece la pena.
-Roque.
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