No quedan muchos días de fiestas, así que no hay tiempo que perder: os recomiendo encarecidamente que vayáis a ver The artist.
Es una de las películas más sorprendentes del año pasado. En primer lugar, llamará la atención el hecho de que es muda, que no es poco. Glorioso blanco y negro. Y que aplicando una forma de hacer cine, que lleva 80 años considerándose como pasada de moda, consigue narrar una historia cargada de sensibilidad y preparada para los ojos del siglo XXI. Extrañamente maravillosa. Y viene a demostrar que algo se perdió con la llegada del cine sonoro, que de algún modo hemos olvidado a leer las imágenes por sí mismas.
Sí, es muda. Pero no es un mero truco para llamar la atención de una audiencia exhausta de tecnologías aplicadas, altas definiciones y experiencias al límite. Es muda porque no podría ser de otro modo.
La partitura musical Ludovic Bource, es una delicia.
Pero lo mejor, él. Jean Dujardin. Su sonrisa atemporal. Nadie lo hubiese hecho mejor.
No hay tiempo que perder: corred a ver The artist. En una pequeña joya que no os debéis perder.
0 comentarios