Cuando con apenas nueve o diez años vi «Los diez mandamientos» protagonizada por Charlton Heston, no tuve la sensación de haber visto una película de cine religioso, sino más bien una de ciencia-ficción. Desde entonces el clásico de Cecil B. De Mille ha formado parte del catálogo de mis películas de infancia más queridas, como ya os he contado en más de una ocasión, así que por tanto no podía faltar a la cita a la que nos había emplazado Ridley Scott con Exodus.
Lo único épico que viví durante la película fue mi enorme decepción. Cristian Bale interpreta al más antipático de los moiseses, llegando incluso uno a empatizar con los egipcios y cruzar los dedos para que por una vez el final la historia diese un vuelco inesperado en favor de ellos. El papel de Cristian Bale, en cualquier caso, no difiere mucho del de Batman, ya que apenas cambian algunas líneas de texto.
Scott ha querido jugar a reescribir la épica historia bíblica, pero conforme avanza se descubre incapaz de escapar de la trampa en la que él mismo se ha metido. La película chirría por todas partes, en ocasiones es dolorosamente lenta, confusa y frustrante. Después de todo no alcanzo a comprender cuál era el verdadero propósito del director cuando se planteó hacer esta película. No sé si pretendía con esta adaptación darle un aire de credibilidad a la epopeya, aunque desde luego si ese era su propósito, dista mucho de haberlo conseguirlo.
Brilla, eso sí, la partitura de Alberto Iglesias, épica y muy equilibrada.
Lástima de película.
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