Fue uno de los primeros en pisar el lejano Oeste con una cámara sobre el hombro en busca de una meteorología más clemente que la que imperaba en la Gran Manzana. También fue uno de los primeros en saber que las estrellas vendían películas como nadie podía hacerlo. Y también fue pionero en entender que sólo con grandes estudios y un sistema de producción sistematizado se podía abastecer de entretenimiento a todo un país. Se atrevió con las grandes producciones, mega producciones, como las que habían enterrado a algunos en vida, y supo rentabilizarlas y mega rentabilizarlas. Y fue uno de los que juntó a 24 estrellas para fundar un estudio; estrellas que aún coronan el logotipo de ese gran estudio que es la Paramount.
Cecil B. DeMille será recordado por muchas cosas desde luego. Pero yo lo recordaré por la anécdota que de él recogía Billy Wilder en su biografía «On Sunset» (interesantísima e interminable).
Billy quería que Cecil se interpretara a si mismo en la película «El crepúsculo de los dioses». Debía de recibir a Norma Desmond, o sea, Gloria Swanson, en la puerta del estudio. Al verla, los viejos tiempos invadían su memoria y exclamaba: «No te había visto desde que Linbergh aterrizó en París y bailamos sobre la mesa del nightclub».
Cecil, tras leer su parte del guión, remitió una nota a Billy: «Querido Billy: nunca voy a nightclubs. Y si lo hiciera, nunca bailaría sobre una mesa. Aunque Linbergh llegara dos veces a París. Y si lo hiciera, bailaría con la señora DeMille.»
¡Qué grande! Finalmente, fue Norma, o sea, Gloria, la que dijo la frase.
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