Crisis. Esa es la palabra de moda, todo el mundo habla de ella. Sabíamos que existía, pero hacía tiempo que no la usábamos, como un abrigo olvidado en el armario que comprobamos que nos sigue valiendo años después. Se percibe a todas horas: en el periódico, en la barra del bar, en el programa de tarde de la radio, en el edificio a medio construir que lleva meses abandonado y en el anuncio de Freixenet.
Nada se escapa a ella, todos hemos quedado atrapados como si se tratara de un enorme agujero negro que nos absorbe irremediablemente. Al menos eso es lo que nos han hecho creer, pero no es cierto. En nuestro terreno, en el cine, no corren buenos tiempos para aquellas películas que necesitan millones para completar su financiación, por eso muchos ponen los ojos en el cine independiente: distribuidores y profesionales saben que sólo las películas de presupuestos moderados o pequeños acabarán saliendo adelante.
Mientras que a la gente le siga gustando ver películas, seguirán pagando por ver las que les interesen, siempre ha sido así: seguirán yendo a los cines o comprando los DVDs.
Es sabido que en tiempos de crisis el consumo de TV y cine se dispara: la gente gasta más en entretenimiento y ocio, precisamente para liberarse de la carga, como una droga que aliviara el dolor. Pero la crisis que nos acecha es financiera, lo que afecta de lleno a las producciones grandes, y utilizo el término «grandes» de un modo relativo: no me refiero sólo a las superproducciones de Hollywood, me refiero también a producciones mucho más modestas comparativamente, pero que en otros países, como España, poseen grandes presupuestos. Esta situación deja en una clara ventaja a los productores independientes.
A mi juicio, lo que realmente tiene que tener claro el productor independiente es:
- Reducir los costes de la producción. Rodar hoy día no tiene por qué ser algo caro. Las calidades que ofrece el vídeo standard (SD) y la bajada de precios en formatos HD y HDV ponen al alcance de cualquiera la posibilidad de rodar con una calidad más que decente. Aunque el 35mm ha tirado los precios, ante su inminente desaparición, sigue siendo una decisión fuera del alcance del productor independiente. Hablando con un reputado director de fotografía acerca de si rodar mi película en 35mm o usar la nueva Red One, la popular cámara de cine digital, me dijo: «¿Para qué rodar con la Red One? ¿Para que se haga una paja el director de fotografía?». Al margen de la vulgaridad, tenía toda la razón: quien va a percibir la diferencia de si la película ha sido rodada con una cámara u otra no es precisamente el público, que es quien nos interesa.
- Ofrecer un buen producto a buen precio. Manteniendo unos presupuestos moderados, no nos será difícil cautivar a los posibles inversores. Cuanto menos haya que gastar, antes se perciben los beneficios.
- Internet. Mientras Internet sea gratuito, los independientes tienen en sus manos una de las herramientas publicitarias más poderosas inventadas hasta la fecha. Está repleto de redes, club de fans, blogs… decenas de útiles mecanismos para darse a conocer y hacer negocio. Nunca fue tan fácil llegar tan lejos y a tanta gente con tan poco esfuerzo.
¿Estás sacando adelante algún proyecto? ¿Cómo estás capeando la crisis?
Un saludo,
Roque.
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