—Vamos, Fran, no te pongas así. ¿Vas a pasarte la noche llorando como una tonta? ¿No quieres decirme por lo menos qué te ocurre? Tú te figuras que te he estado engañando… pero cuando uno lleva doce años casado con una mujer no puede sentarse a desayunar y de paso que pide el azúcar, pedir el divorcio. No es tan fácil. Además, es un mal momento, los chicos tienen vacaciones en el colegio, mis suegros han venido a pasar las fiestas con nosotros. No puedo plantear la cuestión. No te reconozco, Fran. Tú, una chica siempre tan animosa y divertida.
—Soy la misma. La idiota feliz, siempre riendo.
—Ahá, eso está mejor. Por lo menos ya me hablas.
—En la fiesta de la oficina me enteré de algo muy gracioso. Encontré a tu secretaria, la Srta. Olsen. ¿Recuerdas? ¿La del tilín tilín? Estuve a punto de morir de risa.
—¿Y eso te tiene preocupada? ¿La Srta. Olsen? Ya pasó a la historia.
—Francamente, la Historia nunca ha sido mi fuerte. Repaso general: primero fue la Olsen, luego una tal Rossi… No, esa fue antes, después de la Olsen vino la Koch.
—Vamos Fran.Fran rompe a llorar de nuevo.
—Y ahora seguro que hay alguna en la oficina esperando turno después de mi.
—Bueno, bueno… está bien, confieso que lo merezco. Pero hazte una pregunta, ¿por qué un hombre sale con tantas mujeres? Pues… porque no es feliz en su hogar. Porque se siente solo. Pero eso fue antes de conocerte, ya no salgo con ninguna.
—No creí que fuera tan estúpida. Está visto que nunca aprenderé. Cuando una se enamora de un hombre casado, no debería ponerse rímel.
El apartamento
Billy Wilder
marzo 28, 2009
Me hace tanta gracia la última frase, nunca lo pensé pero es bien cierta: Cuando una se enamora de un hombre casado, no debería ponerse rímel.
Jajajajajajjajajajaja en verdad que me muero de la risa