Como dijimos el otro día, en el estudio tenían muy clara la importancia de las estrellas como parte de la economía de Hollywood. La muerte de Chaney abre una gran incógnita en la producción de Drácula. Será Bela Lugosi, el actor que ya ha interpretado al vampiro en la versión teatral de Broadway, el que finalmente se hace con el codiciado papel.
Tod Browning, el director, tenía ya en 1931 una dilatada carrera a sus espaldas, con más de cincuenta películas. También colaboró en el guión de Intolerancia, película en la que ejerció como ayudante de D. W. Griffith. Entre 1925 y 1927 dirigió tres filmes con Chaney, donde se aprecia su interés por las deformaciones físicas, hecho que le convertía en la persona adecuada según Laemmle Jr. para hacer esta película. Participó, junto con otros, en la elaboración del guión, cuya versión final quedaría más cercana a la obra teatral de Broadway que a la novela de Stoker.
La fotografía quedó en manos de Karl Freund, uno de los muchos inmigrantes europeos que llegaron a Hollywood, quienes traían consigo las tendencias y corrientes estéticas del momento. Freund es uno de tantos cineastas adheridos al movimiento expresionista alemán, cuya voluntad más significativa era expresar los estados de ánimo de los personajes a través de las formas, de las sombras, de manera que el decorado se convirtiera en una prolongación del personaje. Paul Leni fue responsable de importar este estilo a la Universal durante su etapa muda. Pronto se vio que esta era la forma que demandaba el género de terror. Freund buscó en el movimiento de la cámara el medio para profundizar visualmente en los personajes. Así lo demuestra en varios momentos de Drácula, como en la primera aparición del Conde o el travelling de ciento ochenta grados sobre Renfield en la alcoba del castillo. Es evidente que su tendencia expresionista se ve diluida por las tendencias narrativas propias del Hollywood de la época, como se ha mencionado anteriormente.
Un valor seguro de la Universal era Charles D. Hall a cargo de la dirección artística. Su labor en Drácula destaca por el aura de religiosidad que envuelve el castillo y sus estancias. La atmósfera gótica creada por Hall responde al cliché, siempre rentable, que venía demostrando desde el periodo mudo con Lon Chaney. Tal vez por ello, el estudio no quiso arriesgarse a retratar al monstruo que describe Stoker en su novela y prefirió mostrar a un enigmático y elegante Drácula, más parecido a un mago de capa y chistera que a la reencarnación del mal, hecho éste que remite a la puesta en escena neoyorquina.
Como hemos dicho, Drácula fue la primera película sonora de terror. Su uso es muy primitivo, con frecuentes silencios, escasez de efectos y una gran teatralidad por parte de los actores a la hora de recitar los textos, aunque esto jugó a favor de Bela y su acento húngaro: su “I am Dracula” es hoy día todo un icono del cine clásico de terror. Los diálogos se convierten en largas explicaciones confrontados con otros periodos de absoluto mutismo. La música, como era común en las primeras talkies (a excepción de los musicales), tan sólo aparece en las secuencias de créditos y en la secuencia del concierto. El empleo en los créditos del Lago de los cisnes de Tchaikovsky se convirtió en un sello de las películas de terror de la Universal.
Drácula sufrió una doble mutilación. En primer lugar por parte de un insatisfecho Carl Laemmle, quien eliminó más de quince minutos, rehizo tomas y rodó algunas nuevas, hecho que mermó el ritmo del proyecto de Browning. Más tarde, la censura eliminó las ratas de Renfield, la comunión de sangre de Mina o los moribundos gemidos de Conde. Laemmle también quiso minimizar los aspectos homo eróticos del vampiro patentes en la adaptación teatral, donde Drácula, tras morder a Renfield, lo coge en brazos y lo saca de escena. En la película, esta secuencia acaba antes de la mordedura, con un elegante fundido a negro. Una vez en Londres, sus víctimas son exclusivamente mujeres.
El éxito cosechado tras el estreno de la película, hizo que la Universal estabilizara sus finanzas e incluso obtuviera beneficios en plena Depresión. La fórmula había funcionado, era el momento de aprovechar el tirón.
octubre 9, 2009
Nunca te acostarás sin saber algo más…
octubre 10, 2009
Qué gran lección de cine. ¡Sigue así! ¿No has pensado recopilar todos los artículos y hacer una especie de «Cinefilia para dummies»? Más de uno aprendería muchas técnicas que llevan décadas proyectándose.
OLI I7O
octubre 13, 2009
Brutal artículo. Creo que en el post que escribiste sobre los orígenes del cine de terror ya lo insinué. En todo caso, he de decir que es justo esta película la que identificó con el género. Fue la primera que vi y me enamoré del personaje y de esa especie de atractivo peligroso que tiene.
Sé que hay actores mucho más importantes en el género por volumen de títulos y me atrevería a decir que por importancia de estos, en especial el gran Boris. Pero yo siempre preferí a Lugosi. Siempre será el rostro que pongo a Drácula (y no el de Christopher Lee).
Por cierto, me costó descubrir que había una película con protagonismo compartido entre Lugosi y Karloff; creo que se llamaba el gato negro. No es muy buena, pero para mi, fue como para los locos de las sagas de Alien y Depredator el primer título en el que los dos personajes se enfrentaban.