El planteamiento inicial es de lo más sugerente: un niño abandonado y criado entre lobos, en nuestra España reciente y, además, basada en un caso real. Y aunque el resultado es notable, en ocasiones no está equilibrada la parte de cine documental –sobresaliente– y la de la pura ficción –se combinan actuaciones decentes con otras algo deficientes–.
Juan José Ballesta entra tarde, se le disfruta poco. Una pena. Podríamos haber tenido a nuestro Tom Hanks particular bailando en torno a una hoguera acompañado de un lobo llamado Wilson. Al menos es lo que me esperaba, y en el fondo buscaba cuando vi la película. La parte de la trama del bandido huido es absolutamente prescindible. Una subtrama gratuita que no ayuda a nada y que sin embargo delata la incapacidad para mantener el foco de atención en la trama principal.
La producción es potente: una coproducción con nuestros amigos los alemanes. Muy bien fotografiada por Óscar Durán. Y sobre hay que subrayar la excelente banda sonora de Klaus Badelt. Difícil de encontrar, pero quien busca, encuentra.
En definitiva, un rato agradable con el amargo sabor de boca de que algo no ha marchado bien y que la historia de este joven sigue aún por contar.
-Roque.
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